domingo, 11 de agosto de 2013

El ciclo vital de la familia (el encuentro).

Cuando “el encuentro físico” entre dos personas con anterioridad al “encuentro emocional” entre las mismas, no es sino hasta que se da este último cuando verdaderamente empieza la pareja. Cuántas familias no conocemos que tienen muchos años de matrimonio, pero no se han “encontrado” realmente.

Ambos necesitan adaptarse al matrimonio: adaptarse a la personalidad del otro para facilitar la interrelación; adaptarse a los roles que cada uno habrá de desempeñar; adaptar sus antiguos patrones de conducta familiar, aprendidos en sus respectivas familias de origen, a la nueva relación de pareja y por último conseguir una unión sexual que satisfaga las necesidades eróticas de ambos.

Aprender el rol de cónyuge, requiere de ambos el deseo de renunciar a las ganancias emocionales que proporcionaba el ser hijo, o el ser solo pretendiente para convertirse cada quien en el pilar de una nueva familia, sintonizarse emocionalmente con un desconocido requiere de un gran valor y de una gran capacidad para limitar las propias necesidades en beneficio de una relación que empieza.

Es en esta etapa donde se consolidan las bases de lo que podríamos denominar el CONTRATO MATRIMONIAL. El noviazgo significa que cada uno de los novios aporta un sin número de creencias, planes, deseos, fantasías y necesidades, algunas de las cuales son verbalizadas y comunicadas al compañero, pero la gran mayoría de ellas no lo son, ya sea por vergüenza o por temor, o porque son inconscientes.

Esta es una etapa de ajustes y reacomodos, de planes y realizaciones, de altibajos emocionales, depende de que tan bien se de este “encuentro”, la facilidad de dificultar con que se vivirán las siguientes etapas y muchos son las parejas que no son capaces de alcanzar los mínimos logros necesarios de esta etapa y que ven precipitada la “muerte” de su incipiente familia acabando en un divorcio o en una separación, o en un “divorcio emocional”, entendiendo por esto último la vida de pareja, inclusive por muchos años, pero sin un proyecto en común que gratifique y satisfaga a ambos, que permita cada vez una mejor unión, y que no caiga en la rutina y en la monotonía.

Si el encuentro se da favorablemente, podrá esperarse una gran satisfacción e ilusión la llegada de los hijos.

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